Es fotógrafa y tiene la planta en Berazategui; el producto es libre de ácido y se usa en museos
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No me extraña en absoluto que su mundo esté tan vacío de personas reales ni que sus personajes de ficción se suiciden tan a menudo.También nos presenta a un Salinger obsesionado por la religión: de familia judía, la revelación de que su madre no lo era le provocó una crisis religiosa, llevándole a lo largo de los años a abrazar diferentes creencias, desde gurús hindús a la cienciología o la fe cristiana.
Lejos de parecerse al gran monstruo que consume por completo las capacidades intelectuales de los chicos, las experiencias de algunas editoriales y sitios web están mostrando a Internet como una herramienta fundamental para la promoción de la escritura y la lectura de ficción entre los niños y adolescentes.
"Para nosotros, Internet es una herramienta multiplicadora: sirve para promocionar títulos y para que se contacten entre los mismos lectores y con los autores de libros que admiran. Se crea un vínculo muy rico entre autores y lectores", observó María Fernanda Maquieira, editora de Alfaguara Infantil y Juvenil.
Muy contrario a lo que suele indicar el imaginario, la Web, los blogs y las redes sociales, como Twitter y Facebook, son los espacios donde los chicos se encuentran, recomiendan libros y comparten opiniones sobre las historias que leen.
En el último año, por ejemplo, la saga Crepúsculo, de Stephenie Meyer, no sólo batió récords de ventas en las librerías y on line, sino que también produjo otro fenómeno que trascendió las fronteras de las estrategias comerciales en la Web. En Facebook existen varias páginas argentinas destinadas a los fans de esta novela. Miles de seguidores de todas partes del mundo son miembros de estos sitios, en los que comparten sus opiniones, sugieren blogs para leer, además de fotos y videos de sus personajes preferidos.
"Con Crepúsculo hay un mundo paralelo. Los lectores se autoconvocan, organizan concursos y participan de foros que ellos crean", describió Maquieira. Sobre la base de éste y otros casos, la editora sostuvo que "la Web no anula la lectura de libros ni la reemplaza; al contrario, suma lectores".
Leandra Zampino, jefa de publicidad del Grupo Editorial Planeta, coincidió con Maquieira sobre esta idea. "Las redes sociales acercan a los lectores a conocer libros y sus escritores", dijo.
También el año pasado, en pleno boom de las historias de vampiros, el Grupo Planeta reeditó Crónicas vampíricas , una colección de cuatro libros en los que se basó la serie televisiva Vampire Diaries , producida por la Warner Bros., y su promoción fue a través de un micrositio web y las redes sociales.
Para la editorial, la experiencia superó sus expectativas. "Se creó una comunidad de cientos de usuarios que intercambiaban información sobre la colección y la serie. Hasta se armaron historias con los personajes, aparte de la original, y se recomendaron otros libros del estilo", recordó Zampino.
Antes de su llegada a las librerías, El símbolo perdido , de Dan Brown, fue el premio de un concurso on line organizado por Planeta, que convocó hasta 6000 usuarios, muchos de ellos adolescentes seguidores del best seller . Ahora, el micrositio del libro propone a los usuarios convertirse "en un experto en simbología".
Relatos paralelosMucho antes de que estallara el fanatismo por las historias vampíricas, Harry Potter , la heptalogía escrita por Joanne K. Rowling, generó sólo en Facebook 1400 páginas y más de 30.000 comunidades de seguidores. A partir de allí, los usuarios se invitan a distintos blogs destinados a compartir información sobre las novelas y continuar historias paralelas con sus personajes favoritos. En ellas, la escritura sigue en general el código de Internet: sin signos de puntuación, sin mayúsculas, algunas abreviaturas, la letra k cuando corresponde una q.
Con la obra del escritor John Ronald Reuel Tolkien, autor de El Señor de los Anillos , se produce un fenómeno similar. Hay más de 1400 espacios en Facebook que convocan a los admiradores del trabajo literario de Tolkien.
En el país, hace 16 años un grupo de jóvenes creó la Asociación Tolkien Argentina (ATA) para compartir su afición por este autor, comprender más en profundidad su obra y difundirla entre los jóvenes.
En 2000 recién crearon un sitio en Internet, con lo que se amplió significativamente la comunidad de esta agrupación, según explicó Emiliano Rodríguez Villegas, uno de los más antiguos miembros de ATA y administrador del espacio en Facebook.
En ese sitio, hay un foro donde se proponen temas y se suben textos escritos por los usuarios para compartir con otros.
Emiliano tiene 26 años y aseguró que desde el universo Tolkien "se entra en contacto con todo tipo de literatura".
En cuanto al uso de Internet, consideró que "es una cuestión clave", no sólo como medio de comunicación sino como medio de integración. Desde la página web, redes sociales y el foro, los lectores se convocan para asistir a eventos, en los que "más allá del tema Tolkien, compartimos otros gustos literarios".
La asociación tiene más de 200 miembros y el espacio en Facebook ya cuenta con 642 seguidores, la mayoría entre chicos de 20 a 30 años, según informó Emiliano. "Internet es una gran entrada a este universo, para abordar cuestiones literarias y captar socios", puntualizó el joven. Además, la ATA tiene filiales en el interior del país y organiza periódicamente encuentros de fanáticos en el mundo real, que realizan debates sobre "temas tolkienianos".
Silvia BarrojoVamos a acabar hoy de hablar del artículo de Ávila Álvarez en el que hemos encontrado la excusa perfecta para darle un vistazo al mercado del libro electrónico. A estas alturas del cuento aun hay una cierta tendencia a considerar el mundo del libro electrónico como una moda que quedará como algo residual para amantes de los gadgets electrónicos o lectores de apuntes. Por lo tanto, parece adecuado justificar el valor de los contenidos electrónicos para el mercado editorial. El autor utiliza para ello las estadísticas del ISBN y el estudio sobre Comercio Interior del Libro, diciendo claramente que los contenidos digitales están plenamente integrados en la industria editorial española y con una clara tendencia al crecimiento; así que, no es que sea un visionario, es que la realidad está ahí.
Pero, a pesar de eso, la demanda continúa sin ser consistente y económicamente sostenible, en buena parte por la falta de disponibilidad de e-books. Pero una demanda baja no es el mejor sistema para animar que las editoriales se planteen la digitalización de sus catálogos. Por muchas plataformas de comercialización, muchos acuerdos con intervención pública y buenas intenciones, hasta que no se cree el entorno adecuado no madurará el mercado. Los consumidores no compran lectores por la falta de oferta interesante (por cantidad, adecuación del precio) y las editoriales no digitalizan sus catálogos por falta de madurez del mercado. Una de esas famosas pescadillas que se muerden la cola.
Como no podría ser de otra manera, Ávila Álvarez, destaca el problema de la propiedad intelectual, en el que solo entra de puntillas ya que no es el motivo del artículo, pero lo une a la indefinición del modelo de negocio, del que nos hemos quejado muchas veces como consumidores, cómo comprar pero, sobre todo, cómo pagar: por precio, tarifa plana, subscripción… la verdad es que estamos deseando que el mercado se perfile el modelo de una vez. Por mi parte, la subscripción o la tarifa plana me parecen las más interesantes. El hecho de que el mercado aun esté tan inmaduro en España podría ser en realidad una ventaja ya que nos puede permitir probar diferentes modelos al no existir uno predominante.
La venta directa, siguiendo el modelo de la librería tradicional, sólo parece interesante si estamos hablando de precios muy competitivos, de compradores esporádicos o de libros muy concretos (técnicos, raros o descatalogados, aunque este concepto desaparece en el mundo digital). Una tarifa plana por tramos, similar a la que ofrecen los servicios de telefonía, podría ser muy atractiva para los lectores habituales y para las librerías (o las plataformas correspondientes) que se asegurarían así los ingresos. La forma como se están organizando las plataformas por ahora, como unión de diferentes editoriales, dificultaría este sistema, ya que si quieres adquirir libros de otra editorial no tendrías las ventajas correspondientes.
Sea como sea, esperemos que el mercado se aclare pronto y, sobre todo, que la disponibilidad de libros electrónicos en castellano se dispare: los dueños de lectores no quieren tener que saltarse las tiendas para poder leer.
Antonio María Ávila Álvarez, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España, publica en el Boletín Económico de ICE un interesante artículo sobre el libro electrónico, poniendo sobre la mesa algunas de las cuestiones claves del desarrollo de este mercado y dejando claro que la miopía que en algunos casos padece el sector no es compartida por todos. Las conclusiones de Ávila Álvarez me parecen muy interesantes: no existe un entorno jurídico, económico y fiscal favorable para el desarrollo de este mercado, y mientras esto continúe así, difícilmente se va a asentar un mercado por muchas plataformas de comercialización que aparezcan.
Partiendo de un breve repaso a los diferentes tipos de contenidos con los que nos podemos encontrar en la maraña digital y de algunas definiciones, Ávila coloca al libro electrónico en su contexto actual y exige al e-reader tres características para ser designado como tal: utilización de tinta electrónica, gran capacidad de almacenaje y conectividad. Pero en lo que se centra más el artículo es en los problemas a los que se enfrenta el mercado del libro electrónico para asentarse, ese marco deficiente del que habla en sus conclusiones. En otro post hablaremos de los problemas de identificación o de la falta de madurez del mercado pero, como la actualidad manda, parece interesante empezar por un problema que parece en vías de solución, la fiscalidad.
Tal y como denuncia el artículo, a pesar de todas la definiciones que hacen prevalecer el contenido frente al formato, para Hacienda los libros electrónicos no gozan de la reducción al 4% del IVA con la que si cuentan los libros tradicionales. El hecho de que, pocos días después de la publicación del artículo, el Ministerio de Cultura anunciase que los libros electrónicos tendrán también el IVA reducido, nos da una idea de lo rápido que cambia el panorama. Ahora hay que esperar que esta reducción se vea reflejada en el precio final del e-book.
Este anuncio fue realizado por la ministra en la presentación del proyecto Enclave de la Biblioteca Digital Hispánica. Enclave permite el acceso a través de la plataforma de la BDH a documentos digitalizados con derechos de autor propiedad de las editoriales colaboradoras, convirtiéndose así en un punto de acceso a la compra de estos documentos. Por ahora, han colaborado noventa editores con mil trescientos títulos de los que aun no están disponibles todos. El proyecto en si es muy interesante, una plataforma única de acceso a la información bibliográfica de todos los documentos digitales de nuestro patrimonio dependiendo la forma de acceso de los derechos; lo que el lengua común vendría a ser un buscador de libros electrónicos. Pero el hecho de que este tipo de iniciativas tengan que partir desde la administración pública nos da una idea de la inmadurez del mercado.
Como decíamos, uno de los problemas que afectan al mercado del libro parece solucionado acercándonos un poco a ese marco favorable del que habla Ávila Álvarez. Obviamente os recomiendo el artículo, al que vamos a coger de excusa para centrar un poco el debate sobre el mercado editorial electrónico.
Cada final y principio de año llega el ansiado o temido momento de las listas. Las listas de lo que se considera más relevante del año anterior y lo que se considera que triunfará durante el año entrante. Por supuesto con los libros no iba a ser menos, y he acudido a uno de los periódicos de mayor influencia del mundo para ver qué habían escogido como mejores obras del año pasado. Es notable que, como suele ocurrir, son libros que aquí no han sido, en general, grandes éxitos, o que ni siquiera se han traducido todavía al español.
1. Both ways is the only way I want it, de Maile Meloy
2. Chronic City, de Jonathan Lethem (Lethem sí ha disfrutado de un relativo éxito en nuestro país gracias a las publicaciones de Mondadori y DeBolsillo de obras anteriores suyas como Paisaje con muchacha o La fortaleza de la soledad).
3. A Gate at the Stairs, de Lorrie Moore; aquí la obra se ha traducido como Al pie de la escalera, de la mano de Seix Barral.
4. A Short History of Women: A Novel, de Kate Walbert
5. Half Broke Horses: A True-Life Novel, de Jeanette Walls. Walls se hizo muy popular gracias a su novela El castillo de cristal, un gran éxito de ventas internacional, por lo que suponemos que no tardaremos en poder leer en español esta nueva obra biográfica.
6. The Age of Wonder: How the Romantic Generation Discovered the Beauty and Terror of Science, de Richard Holmes. Holmes goza de cierta notoriedad gracias a sus obras de carácter histórico, sobre todo por Un mundo en guerra: Historia oral de la Segunda Guerra Mundial.
7. The Good Soldiers, de David Finkel. Finkel no es conocido en nuestro país, pero no es así en sus nativos Estados Unidos: un reportero y redactor del Washington Post cuyo trabajo periodístico le valió un Pulitzer en el 2006.
8. Lit: A Memoir, de Mary Karr.
9. Lords of Finance: The Bankers Who Broke the World, de Liaquat Ahamed
10. Raymond Carver: A Writer’s Life, de Carol Sklenicka. Carver está de moda, así que no sería arriesgado asegurar que esta extensa y muy completa biografía llegará pronto a nuestras tierras.
Por supuesto hay variación entre las listas estadounidenses y las anglosajonas, por no hablar de otras listas internacionales y las propias españolas y latinoamericanas, pero está claro que por lo menos en el mundo anglosajón el gran triunfador de la crítica del 2009 ha sido la biografía. Caso muy diferente sería la evaluación de los 10 libros más vendidos del año, que sospechamos que no son los mismos. Y no nos equivocaríamos. Una pequeña investigación nos confirma que algunos de los libros más vendidos a nivel internacional este año pasado han sido, por mencionar un par, Orgullo y prejuicio y zombies, de Seth Grahame-Smith, Her fearful symmetry de Audrey Niffenegger (que ya nos sorprendió con La mujer del viajero en el tiempo) o cualquiera de los libros de la trilogía de Stieg Larsson, confirmándonos el buen estado de salud de la novela negra y de la obra fantástica. En España también ha encabezado Larsson las listas de ventas, listas que por otro lado incluyen, cómo no, a la crepuscular Stephanie Meyer por The Host (El huésped), a los siempre presentes Dan Brown (El símbolo perdido) y Pablo Coelho (El vencedor está solo), y al cada vez más exitoso Ildefonso Falcones, con La mano de Fátima. Lo cual nos confirma, una vez más, lo alejada que está la crítica, sea del país que sea, de los gustos reales de los lectores en general. Tal vez esto se deba a una falta de conocimiento y de formación literaria por parte del lector medio, o a un exceso de pedantería y esnobismo cultural por parte de la crítica, o tal vez, a la hora de la verdad, las listas no sirvan de mucho a la hora de vender libros.
Merece la pena leer los comentarios de fesja en eConectados a las posturas de los editores y libreros en España ante el libro electrónico, recogidas en El País. No estoy de acuerdo con todo lo que dice, pero sí con el argumento principal: el baile ha empezado y quien crea que la integración con internet de una industria se puede quedar en la mera "digitalización" - permanencia de los mismos procesos, los mismos actores, el mismo negocio y los mismos márgenes con bits que con átomos - es que no ha aprendido nada de lo que ha ocurrido con otras industrias, desde los viajes hasta la música pasando por la información.
La estrategia de las editoriales para el 2010 pasa por ofrecer herramientas tecnológicas para que los libreros de siempre vendan libros electrónicos. No coincido con fesja en que necesariamente estemos ante un proceso de desintermediación, pero sí que quien es buen comerciante en offline no lo es necesariamente en online. Sólo quien sepa de internet y haga una apuesta decidida por el nuevo formato puede tener éxito, y en la red se aplicarán economías de escala: no parece probable que sobreviván miles de tiendas que vendan todas el mismo producto, la tendencia es la concentración a favor de quien da el mejor servicio, tecnología y soporte. Lo que salva a las librerías de la existencia de un "Amazon español" es la ley del libro que fija los precios, algo que provoca que no se apliquen economías de escala al sector, pero también que a veces resulte más barato comprarlos en Estados Unidos. Este tipo de protección cuando se tiene que formular una oferta frente a la copia gratis deja de tener sentido alguno.
Pensar en la capacidad de prescripción como tabla de salvación del librero tradicional es una apuesta por el corto plazo, en la propia red aparecen los nuevos influenciadores, desde expertos y críticos hasta otros usuarios. Varios estudios de la influencia en decisiones de compra apuntan a estos entornos como cada vez más decisivos. ¿Salvó acaso este rol a los vendedores de las tiendas de discos? .
Respecto a las editoriales, si por el "status quo" quieren cuidar la relación con los libreros, deberían ir pensando en un plan B. De otro modo quedarán en manos de Amazon y un par de actores más que controlarán la relación con el cliente, ¿Vender directamente? Sí, pero no: los usuarios tenderán a preferir plataformas que concentren toda la oferta porque resulta una mejora experiencia que tener que ir buscando de web en web. La industria audiovisual ha parido Hulu, las discográficas están detrás de Spotify... posiblemente después de enfrentarse a la realidad de 2010 veamos algo en ese sentido por parte de las editoriales. Todavía queda camino para que el libro electrónico sea de una adopción significativa en España, pero es un error estratégico dejar que sean el P2P y las descargas gratis las que satisfagan esta demanda.
Hablamos de desintermediación, pero también toca empezar a plantearse el escenario de la autoedición en plataformas como Bubok, algo que empieza a ser interesante para esa gran mayoría de escritores que vende pocos ejemplares y para la que la escritura es poco más que un hobby remunerado. No creo que las editoriales tengan que volverse locas en los próximos meses - creo que el cambio va a ser más pausado que en otras industrias - pero sí que a medio plazo su rol estará más cerca de una empresa de marketing especializada, como las discográficas.
El mundo digital tiene una característica ineludible para quien quiera vender contenidos: la copia es exactamente igual al original. Esto provoca que por un lado se tenga la tentación del DRM para intentar evitar que se copie, algo que los libros digitales volveremos a discutir. El resultado de estas prácticas es que, por un lado cuando compro en Amazon realmente no estoy comprando, estoy poco menos que alquilando: no puedo revender el libro, tampoco prestarlo; por otro, tenemos la incompatibilidad entre formatos, tiendas que venden libros sólo para algunos dispositivos, usuarios que quedan atrapados en una plataforma y que perderían los libros si se cambian. Estos problemas ya los hemos vivido con la música, aunque es posible que se toleren mejor en el entorno del libro por la diferente forma en que se consumen: generalmente leemos una vez y, si acaso, volvemos a consultar. Siendo así es posible que nos duela menos el DRM siempre y cuando...
... siempre y cuando el precio del libro electrónico sea mucho menor. De entrada porque la percepción de valor por parte del comprador es menor (es un fichero, asume que los costes de distribución son tienden a cero), pero también porque se vende en un entorno en el que la copia es posible y perfecta. ¿Cómo se puede luchar contra el todo gratis del P2P? Con experiencia de usuario. La mala noticia para las editoriales es que quien está haciendo esto es Amazon con Kindle: desde el dispositivo tener al alcance inmediato la gran biblioteca universal, algo mucho más satisfactorio que buscar, descargar, comprobar, pelearse con el formato que supone la descarga de libros de P2P o de los servicios tipo Megaupload o Scribd. Sin ir más lejos, he estado probando a buscar libros de Kawabata en la red para descargar gratis y la experiencia no ha podido ser más frustrante, los grandes best-sellers son fáciles de localizar, la larga cola no tanto.
Llegar tarde a la reconversión o hacerla bajo la asunción de que en el fondo "no va a cambiar nada" es una forma tan válida como cualquier otra de suicidio. Como cualquier sector que se enfrenta con la integración con internet - y no sólo con la digitalización - lo que se puede esperar es que cambien procesos, negocios, que caigan algunos elementos de la cadena de valor que ya no son necesario, que cambien márgenes y comisiones y que surjan nuevos actores en la distribución, comercialización y el marketing. No quiero acabar el artículo sin subrayar los dos últimos párrafos que ha escrito fesja:
Las librerías se convertirán en Cafés de tertulia. Esta propuesta es algo personal, pero creo que una manera muy interesante para las librerías de reconvertirse (y la única a medio-largo plazo) es añadir una cafetería y tener sesiones de tertulia, traer a escritores a dar charlas, tener un ambiente cómodo rodeado de gente que le guste leer. Librería + Café Gijón. Tendrían una web con comunidad donde se hablaría también virtualmente, recomendarían nuevos libros, y tendrían una web de venta de libros electrónicos.
Lo que no tiene sentido es proteger lo improtegible. Las librerías cerrarán como han cerrado las tiendas de discos y los videoclubs, y como están cerrando las tiendas de videojuegos. Los precios bajarán por muchas leyes que hagan (buscar libro en google=coste cero). La única duda es cuánto quieren sufrir, ¿quieren trazar ellos la ruta hacia la digitalización de los libros o quieren que se la fijemos sus clientes? Este año lo veremos…
Julio Florencio Cortázar nació en Bruselas en 1914, y murió en 1984 en París. En 1938 publicó su primera colección de poemas, Presencia, tras la cual comenzaron a aparecer sus libros de cuentos: Bestiario (1948), Historias de cronopios y famas (1951), Final del juego (1956) y Las armas secretas (1959), por mencionar algunos. Aunque escribió varias novelas, probablemente la más conocida sea Rayuela (1962), una propuesta de deconstrucción del texto facilitada por la ruptura de la pauta convencional de linealidad narrativa.
Al hablar de Cortázar es inevitable que nos venga a la mente el concepto de realismo mágico. ¿Pero qué es el realismo mágico? El término “realismo mágico” se acuñó en la crítica artística (fue utilizado por el crítico alemán Franz Roh en 1925 para caracterizar un grupo de pintores post-expresionistas) y se extendió a la literatura. El realismo mágico sirvió para definir una tendencia en la narrativa hispanoamericana entre 1950 a 1970, tendencia en la que se suele incluir a Julio Cortázar. El realismo mágico se define como la preocupación estilística y el interés en mostrar lo común y cotidiano como algo irreal o extraño. El papel del narrador es fundamental, ya que muestra cosas raras o mágicas como normales y cotidianas (o muestra aspectos normales y cotidianos como si fueran aspectos raros o mágicos).
La estrategia del escritor consiste en sugerir un clima sobrenatural sin apartarse de la naturaleza y su táctica es deformar la realidad. Personajes, cosas, acontecimientos son reconocibles y razonables, pero como el narrador se propone provocar sentimientos de extrañeza, se abstiene de aclaraciones lógicas. Los personajes no se desconciertan ante lo sobrenatural y lo aceptan como un aspecto más de su existencia, lo que conduce a una mayor sensación de extrañeza para el lector. Esto ocurre, por ejemplo, en el relato de Cortázar Axolotl, donde el personaje/narrador acaba aceptando de manera fatídica una transformación en pez. Otros autores representativos de esta tendencia son Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges o Isabel Allende.
Al analizar de qué manera Cortázar transforma su historia en discurso, partimos de la base de que en la mayoría de sus textos ya de por sí es complicado definir dicha historia. Manteniendo el ejemplo del relato Axolotl, ¿narra Cortázar la historia de un pez que se cree hombre, de un hombre que se cree pez, o de un pensamiento de hombre que se cuela en la consciencia de un pez? Sea como sea, podríamos resumir la historia de la siguiente manera: Un hombre visita un acuario. Comienza a visitarlo con frecuencia. El hombre se transforma en pez. Pero, ¿cómo convierte Cortázar esta fábula aparentemente sencilla en un complejo entramado discursivo? El uso estudiado de diversas estrategias narrativas (desde el tipo de narrador y narratario hasta el ritmo temporal y las formas verbales) nos revela que nos hallamos ante una forma de narrativa personal, una forma de representación indirecta del pensamiento del narrador/personaje que podría definirse como monólogo autonarrado, en el que convergen no sólo las perspectivas del narrador y del personaje, sino también el pasado con el presente. Podríamos también considerar, sobre todo conforme avanza el texto y la narración se vuelve más personal, más intimista, que nos hallamos ante una psiconarración, ya que el personaje abandona su tono neutral para plantearnos sus temores, sus dudas y observaciones subjetivas. Podemos deducir, asimismo, que la transformación de la historia en discurso es, gracias a una construcción que obtiene una implicación mucho mayor del lector y una serie de posibilidades mucho más amplia que otras modalidades de narración, bastante más que una simple trasposición adornada: Cortázar consigue crear un texto de múltiples sentidos, rico en simbología, con un ritmo estudiado y eficaz, cierta ambigüedad efectiva y un narrador/personaje lleno de vida.
Si bien Axolotl sería un ejemplo perfecto de esta transformación sorprendente de fábula en literatura, el análisis ponderado de otros relatos de Cortázar como Casa tomada, que ha proporcionado serios dolores de cabeza a lectores, críticos y teóricos nos muestra la riqueza semiótica, hermenéutica y técnica de este genio de la creación artística, este maestro de la comunicación.